lunes, 11 de marzo de 2013

Deudas


  Lo malo de las deudas es que cuando llegan, parece que van instalarse definitivamente. Llega una y, sin avisar ni dar explicaciones, ocupa el cuarto de invitados. Cuando te levantas y la ves desayunando en la cocina se encoge de hombros. Sería mucho pedir que comprases sacarina, claro, dice con un gesto de contrariedad.  Luego llega otra y otra más, y ocupan el otro dormitorio y el sofá cama, alguna incluso se trae una litera y se acomoda en la terraza. El espacio se reduce tanto que cuando ves la televisión ni siquiera puedes cruzar las piernas.  Y luego está lo de la conversación. Que si la comisión de acreedores, que si los intereses o los recibos de demora.
  Pero al final acaban por marcharse. Y se llevan el televisor, y el portátil con la conexión ADSL, y las lámparas y los muebles del salón, y ese medallón que trajiste de La India. Solo dejan las camas, por si vuelven otra vez, claro. Y mientras cargan la furgoneta, ahí mismo, en la acera de enfrente, te sientas en el suelo, y ves todo aquel espacio vacío, enorme, solo para ti. Y estiras por fin las piernas. Entonces piensas, ¿y para qué tanto, después de todo?

sábado, 21 de abril de 2012

Rúbrica


Siempre tuve dificultades para hacer la rúbrica. Cuando era un adolescente solo firmaba con mi nombre y mis apellidos. A veces me atrevía con un trazo. Una raya que era una raya, no una raya con un punto o dos líneas verticales. Mi madre me reprendía constantemente.  ¿Qué va a decir la gente cuando te vea firmar de ese modo? Pensarán  que no tienes personalidad, fíjate en tu padre. Al hacerlo, solo veía el ángulo ascendente de sus letras y el lazo con el que adornaba sus iniciales. Como si tuviera el mundo en sus manos.  Así que me puse a ello. Ensayaba piruetas y espirales día y noche, sin descanso, pero al final acababa escribiendo mi nombre como de costumbre.
Poco después me llevaron al psicólogo. Tras una charla preliminar me envió a una terapia de grupo con adolescentes y firmas como la mía, que no encajaban en el modelo.  Soy Ezequiel, he corregido mi tendencia  a la protección con dos trazos rectos, o me llamo Julia y ahora escribo mi nombre con mayúsculas y estoy mejor conmigo misma.  Y aplaudíamos y nos felicitábamos los unos a los otros, porque la victoria de uno era la victoria de todos.  No siempre era así desde luego. Había quienes recaían y volvían a sus antiguos hábitos, días enteros dedicados a la autocompasión y a las letras pequeñas y abarrotadas. Yo también sufrí una de esas recaidas. Estuve ingresado varios meses en una de las mejores residencias para el tratamiento de firmas. Aún recuerdo las sesiones en el módulo de aprendizaje y aquellos sensores de rúbrica autoprogramada.
A mi salida estudié derecho y olvidé todo aquello.  Ahora contemplo el mundo desde el quinto piso del  Sojo, uno de los edificios de oficinas más modernos del centro.  Desde aquí puedo ver  los pequeños cafés y las tiendas que saturan las calles cercanas, un hervidero de gente y  pasos apresurados.  A veces, cuando firmo un talón o una felicitación de navidad, siento un vago sentimiento de nostalgia por mi antigua firma, pero logro sobreponerme, como si  por fin hubiese alcanzado mis sueños.  Esa forma que tenía mi padre de abarcar el mundo.

viernes, 30 de marzo de 2012

Amor y sintaxis

Tu amor es  “pronto”,  “mañana”, “probablemente”, tu amor está lleno de adverbios que retrasan nuestros besos; en tu amor solo hay excusas y Complementos del Nombre, “la casa de mis padres”, la cena con los amigos”, y ese Suplemento que surge en los mejores momentos, “el dolor de cabeza”; en tu amor ya no hay subjuntivos, el deseo de estar juntos, sino mandatos, “vamos, que llegamos tarde”, “olvida eso y levántate”; tu amor se ha vuelto insoportable con las subordinadas de objeto directo, “te dije que aceptaras ese trabajo”; tu amor se ha vuelto un  monólogo, empieza y cierra las historias sin que logre averiguar cuál es el sujeto de este amor que ya se nos ha ido de las manos. 

lunes, 20 de febrero de 2012

El tiempo y la muerte


    El Tiempo siempre está vendiendo relojes en  la esquina. Los tiene digitales, de aguja, algunos muy sofisticados. Lo mismo sirven de cronómetro que dan la información horaria en cualquier parte del mundo. Mientras uno toma café puede saber la hora en Shangai o en Roma. Puede saber si alguien está haciendo deporte o cenando en un restaurante. Con esos relojes lo puedes saber todo. Además, son de buena calidad y los precios son muy asequibles. Si te acercas y decides comprar alguno, nunca discutirá contigo. Al contrario, te dará todas las facilidades. Es un hombre muy amable,ni muy joven ni muy viejo.  En realidad, está en todas las esquinas, en la televisión o en la radio, cuando me besas y te vistes por las mañanas, está encima del aparador, en el espejo del cuarto de baño. El Tiempo viene a ser como tu padre. Mañana tienes una cita a primera hora, ¿dónde has estado?, ¿qué estás haciendo con tu vida?
      El Tiempo queda a menudo con la Muerte. Los veo con frecuencia en el bar de la esquina, hablando de sus cosas. Probablemente, la habrás visto alguna vez, siempre de negro, con esa mirada tan persuasiva, tan delgada como un saco de huesos.  La Muerte compagina su trabajo con actividades benéficas. Visita a los enfermos, da comida caliente a los vagabundos, trata a los locos y a los solitarios. También asiste los cócteles. Siempre habla de ello, si ha conocido a este o aquel otro,  sin pretensiones, porque la Muerte trata a todos por igual. Yo he hablado algunas veces con ella. Viene a mi casa, o irrumpe en cuando menos lo espero, da lo mismo que sea desdichado o que esté feliz.  ¿Qué es de tu vida?, dice, cuéntame algo, hace tanto tiempo que no hablamos.  Y extiende sus brazos, y trata de llenarme con sus besos.
     Cuando los veo procuro pasar de largo, detenerme en las cosas que veo, en tus besos y esas mañanas al despertar, cuando te vistes a toda prisa, porque el tiempo, aunque sea por unos minutos, está en nuestras manos. 

martes, 7 de febrero de 2012

Lo que me gusta de ti


     ¿Sabes lo que más me gusta de tí? Además de tu voz, claro,  pues que nunca juzgas a los demás, no estás encima de uno, analizando y sacando las cosas de quicio, y esa es una cosa muy valiosa, cada uno vive a su manera y es como es, no hay que darle más vueltas…
   Gira a la derecha en la siguiente glorieta.
   Ya, ya la veo, creo que estaremos a la hora, no te preocupes, lo digo en serio, creo que la gente solo se preocupa de la forma en que deberían ser las cosas y no como son en realidad, lo que de verdad sentimos.
   En la siguiente gira a la izquierda, por la avenida del  puerto.
   Mira,  te lo digo  porque creo que ha llegado la hora de poner esto en claro, me gustaría conocerte más, soy un poco torpe con estas cosas, perdona…,¿te gustaría casarte conmigo?, hablo en serio, ahora lo hacen los homosexuales y las lesbianas,  ¿por qué no habría de hacerlo un hombre con su navegador?
    Ahora sigue recto.
    De acuerdo, piénsatelo, no hay prisa. 

domingo, 29 de enero de 2012

Cuento-esquela


  Egido Poso Fernández,
  Viuda de Doña Ángeles Ricondo,
  Falleció en Madrid a los 53 años de edad.
  Sus familiares ruegan una oración por su alma y asistan al traslado del cadáver que tendrá lugar el 3 de abril, a las doce y media, desde el Tanatorio Hermanos Laredo con el propósito de rendirle homenaje. Durante el recorrido se hará una lectura de sus textos poéticos, tan olvidados en vida."La batidora"  “Papeles pintados”, y tantos otros poemas, estarán presentes en este trayecto-homenaje, que empezará en la calle Mártires y terminará en Beatas, cerca de la  iglesia de San Francisco Laredo. El padre Lencio, también poeta, rezará un responso en su memoria, recuerdo ilustre de este gran artista que prefirió el anonimato al reconocimiento y el boato de las recepciones públicas.
   Descanse en paz.

martes, 3 de enero de 2012

Arenga


   Tenemos que hacer un trabajo, nos hemos comprometido a ello. No podemos adoptar una actitud negativa. De qué nos serviría. Pensadlo por un momento y pensadlo bien. Pongamos que tenemos que limpiar una estantería. Si antes de hacerlo nos pasamos una hora despotricando contra el proceso de limpieza, quejándonos, analizando sus sutilezas morales, ese proceso se hará más difícil de lo que es. Todos sabemos que esa estantería acabará limpiandose de un modo u otro. La pregunta es: ¿prefieres que lo haga otro? El objetivo es cobrar la paga, ¿cuál es la mejor forma de afrontar el trabajo?, ¿qué estado mental te ayudará a limpiar esa estantería bien y rápido?, ¿contento o amargado?
   Pensadlo. Creo que debemos dejar de analizar las quejas, cada minucia de lo que hacemos en términos absolutos de bueno o malo, lo importante es adoptar una actitud positiva. Y en ese sentido, espero lo mejor de vosotros.